Iglesia de Santa Marina y San Juan Bautista de La Salle (Sevilla)
Historia
Orígenes
Este templo es uno de los más antiguos de Sevilla, aunque debe desecharse la idea de que hubiera servido de mezquita, pues la edificación actual es plenamente cristiana. Se levanta en la hoy “Plaza del Señor de la Resurrección”, ensanche de la calle San Luis, arteria principal de la ciudad en sentido norte-sur desde época islámica.
La construcción primitiva (que no necesariamente la definitiva) de dos de sus capillas laterales puede datarse en la segunda mitad del siglo XIII, por los azulejos encontrados en el subsuelo de ambas, que corresponden a tal período. El cuerpo principal, el ábside, la torre y la capilla sacramental pueden ser de finales del XIII (Cómez Ramos y otros) o de principios o mediados del siglo XIV (Hernández Díaz y otros). La primera referencia bibliográfica conocida (Ortiz de Zúñiga) señala el gran terremoto de 1356 como causa de una reparación o reedificación del templo a expensas del Rey de Castilla, Pedro I. Del siglo XV son las capillas de la Virgen de la Aurora y la de la Virgen del Amor; de principios del XX la Bautismal y las escasas dependencias anejas al templo que aún se conservan.
Santa Marina
La parroquia fue puesta en 1252 bajo la advocación de Santa Marina, santa sobre la que surgieron en el medievo distintas leyendas, que atraviesan de Oriente a Occidente confundiéndose y enriqueciéndose.
En sentido estricto, la protectora de la parroquia es Santa Marina de Orense o de Aguas Santas, a la que se le atribuyen los hechos narrados en la passio de Santa Marina de Antioquía, más conocida como Santa Margarita. La historia corresponde a la doncella cristiana galaico-romana que, en época de persecución, no quiere renunciar a su fe ni someterse a los deseos lascivos del gobernador romano Olibrio, quien por ello la encierra. Orando a la espera del martirio, se presenta ante ella un demonio en forma de dragón, que devora a Marina, pero ella sale sin daño de su vientre esgrimiendo la cruz. Después de vencer diversos y crueles tormentos, muere decapitada. Es invocada como Abogada de las Parturientas.
La Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección, deseando restaurar el culto a esta Santa en su templo, decide incorporarla como titular en 2004.
A lo largo de los siglos
Durante siglos fue Santa Marina sede de una parroquia de grandes contrastes, pues convivían feligreses pobres (de donde proviene su perpetua falta de medios económicos) con vecinos nobilísimos (de donde vienen sus notables enterramientos, como el del gran humanista Pedro Mexía, que aún se conserva). Coincidiendo con una época de decadencia económica y social, Santa Marina se transforma en el siglo XVIII, rehabilitándose varias capillas, que albergaron a, por lo menos, cuatro Hermandades: la Sacramental y de Ánimas, la Mortaja, la Divina Pastora y la de Nuestra Señora del Destierro. El terremoto de Lisboa (1755) provoca continuas grietas y reparaciones.
En 1864, un incendio fortuito obliga a su cierre durante cinco años, período en el que estuvo amenazada de derribo, según decisión de la Junta Revolucionaria surgida de “La Gloriosa” de 1868, que en este caso no llegó a ejecutarse.
En 1911 pierde su condición de sede parroquial, pasando a ser filial de San Julián. En 1936 un nuevo incendio, en esta ocasión provocado y devastador, la deja en estado de ruina durante 20 años y, restaurada a mediados de siglo, queda sin uso hasta 1981.
El 15 de octubre de ese año es cedida en uso, con sus dependencias anejas y de forma exclusiva, a la Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección, aunque un tercer fuego (7 y 8 de diciembre) de causas nunca esclarecidas aplaza los planes de ocupación. La primera fase de la restauración finaliza en 1987, produciéndose el traslado de la Cofradía a su nueva sede canónica el día 7 de abril de dicho año. Tras una segunda fase de restauración, ésta se dio por terminada en 1991. En la madrugada del 5 de enero de 2014 sufre un intento de incendio, en el que arde una hoja de la puerta principal y provoca daños en las imágenes y altar debido al humo.
El edificio fue declarado Monumento Nacional en 1931; en tal calidad consta inscrito como Bien de Interés Cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía.
San Juan Bautista de La Salle
Cuando la iglesia es bendecida en 1987 por el arzobispo Amigo Vallejo, éste agrega al Santo de La Salle como titular del templo, pasando a denominarse desde entonces “Iglesia de Santa Marina y San Juan Bautista de La Salle”.
Juan Bautista de La Salle nació en Reims el 30 de abril de 1651. Durante sus años jóvenes cultivó sus capacidades adquiriendo una cultura profunda -estudios de teología en La Sorbona-. Abierto a las realidades y necesidades de su ciudad comprende la situación de abandono en que se encuentran los niños pobres. Deja entonces su título de canónigo para dedicarse en cuerpo y alma a esos niños. Crea para ellos escuelas adaptadas a sus necesidades, a fin de sacarlos de su situación de exclusión.
Se le unen otros maestros y funda el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Sus escuelas se convirtieron en modelo de pedagogía: por su dedicación total al niño, por sus innovaciones pedagógicas, por el ambiente de estudio, por la apertura a todos.
Muere el 7 de abril de 1719. El Papa León XIII lo proclama santo el 24 de mayo de 1900. El 15 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclama “celeste patrono e intercesor ante Dios de todos los maestros.”
La Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección se funda en uno de sus colegios, el de La Purísima, y desde el inicio lo adopta como titular, apareciendo ya así en las primeras reglas, de 1972.
Descripción arquitectónica
Estilo
El edificio responde a una peculiar síntesis entre el gótico burgalés y el mudéjar bajoandaluz, y se va a constituir en prototipo del templo parroquial sevillano bajomedieval. La clasificación ha ido matizándose a lo largo de la historia: románico-sarraceno-ojival, mudéjar, gótico-mudéjar, alfonsí.
Destaca por su aspecto austero y diáfano, y por el marcado sentido de verticalidad y elevación ascensional de su perspectiva interior; fruto todo ello de las corrientes espirituales y místicas tanto cristianas como musulmanas que inspiraron su diseño.
Exterior
El exterior, de ladrillo visto, modula sus volúmenes en varios prismas de diversas proporciones: los del buque principal, orientado de este a oeste, la torre en el ángulo noroeste y las capillas laterales; el ábside y las cubiertas rompen la monotonía cuadrangular con aportes triangulares y, excepcionalmente, curvos.
La entrada principal se sitúa en el centro del muro oeste. Su portada, cuyas formas y motivos apuntan al románico de transición, es también un prisma de piedra que resalta del muro, y en el que se abre un vano apuntado remarcado con ocho arcos ojivales abocinados, festoneados con zig-zag y puntas de diamante; lo corona un alero con catorce cabezas de león. En la cúspide, Cristo Juez imparte justicia; a sus pies, cuatro imágenes de incierta identificación, posiblemente Santa Bárbara, Santa Catalina de Alejandría, Santa Marina-Margarita de Antioquía y Santa Marina del Líbano (o Santa Dorotea, en cuyo caso estarían representadas las “Quattuor Virgines Capitales”). La línea de imposta se remarca con relieves que representan, el del norte a Santa Marina pastora y el del sur la salida milagrosa de Santa Marina del interior del dragón que la devora; completan la decoración varios prótomos, hojas de vid y otros motivos.
El ábside, al Este, es poligonal de cinco lados precedido de dos tramos rectangulares, con contrafuertes y tres ventanas ojivales geminadas. Las portadas laterales, en el centro de los muros norte y sur, son similares a la principal, pero más sencillas en su diseño (tres arcos apuntados) y decoración, limitada a un arco de puntas de diamante en la del norte y molduras básicas en la del sur. Se ilumina todo con ventanas de diversos diseños y algún detalle mudéjar, y óculos, entre los que destaca el rosetón de lacería sobre la puerta de la nave de la Epístola.
La torre, adosada al templo a los pies de la nave del Evangelio, es de fábrica de ladrillo; planta cuadrada, escalera alrededor de machón central, dos cuerpos -el superior, campanario- y terraza con merlones sirios (añadidos a finales del XIX); sirve a tres campanas, actualmente sin uso.
Interior
La planta es rectangular y consta de tres naves separadas por arcadas de arcos apuntados de ladrillo, apoyados en ocho pilares cruciformes, que conforman cinco tramos. La nave central es más ancha y alta, prolongada en gran ábside. En los muros laterales se abren vanos hacia las capillas, añadidas. La nave mayor se cubre con alfarje de tradición mudéjar (reconstruido en el s. XX); las laterales con colgadizo y las capillas con bóvedas semiesféricas.
Capillas
Un potente arco toral apuntado da acceso desde la nave central a la Capilla Mayor, la cual tiene planta poligonal y presenta en su eje una deliberada desviación hacia el sur con respecto al de la nave. Se cubre con bóveda de crucería con nervio espinazo central de tipo burgalés y se ilumina por tres vanos ojivales geminados. Se abren cuatro puertas, que dan acceso a la Capilla Sacramental, escalera de la bóveda, antigua vivienda del párroco y sacristía.
La capilla adjunta a la mayor y primera del Evangelio o Capilla Sacramental consta de un recinto principal de planta cuadrada, completado con un presbiterio rectangular; se cubre con bóveda gallonada sobre semibóvedas de arista que hacen la función de trompas y dos de sus arcos apean sobre cuatro columnas de acarreo con capiteles tardorromanos y dos fustes de piedra caliza y dos de granito; un corredor de planta rectangular cubierto con bóveda de espejo la conecta con la capilla mayor. Diseño y espacio se inspiran en la “qubba” islámica, de naturaleza funeraria.
La segunda de la nave del Evangelio, de los Cárdenas hasta 1702, de la Divina Pastora hasta 1936 y ahora de María Santísima del Amor, sigue el mismo esquema en su planta y cubre con media naranja sobre trompas; en su casquete hay restos casi perdidos de pinturas de épocas diversas.
La Capilla Bautismal, tercera de la misma nave, junto a la entrada de la torre, es de planta cuadrada, sin espacio presbiteral; tiene bóveda gallonada de principios del siglo XX; en ella se ubica la antigua pila bautismal, de mármol blanco.
Por último en la nave de la Epístola se halla la Capilla de Nuestra Señora de la Aurora, antigua de la Piedad, sede que fue de la Hermandad de la Sagrada Mortaja. Responde al mismo esquema de la Sacramental y de la Virgen del Amor; se cubre con bóveda semiesférica espléndidamente decorada con lacería mudéjar de ladrillo y yesería de inspiración nazarí; la linterna se añadió a finales del XVII.
Escultura y pintura
Debido a los sucesivos incendios que han ido destruyendo su patrimonio histórico-artístico, el templo es sobrio en decoración y las obras que posee se reducen a las aportadas por la Hermandad de la Sagrada Resurrección. En otro apartado de esta web se amplía la información sobre las imágenes titulares.
Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Obra de Francisco Buiza Fernández (1973), es interesante cómo el artista, a partir de modelos barrocos, supo expresar en madera el instante invisible de la Resurrección de Jesús, tallando una imagen original, vigorosa, llena de vida, en movimiento ascendente. Preside el templo en la Capilla Mayor, sobre altar diseñado por Ricardo Llamas León y tallado por Antonio Urbano Albalá (2009-2012).
Nuestra Señora de la Aurora. (Antonio J. Dubé de Luque, 1978); representa a María que, aún sumida en el dolor por la Muerte de su Hijo, espera serena el cumplimiento de la Promesa; destaca por su expresión concentrada y meditativa, y su dulce belleza.
María Santísima del Amor (Jesús Santos Calero, 1969), imagen de expresión doliente, pero a la vez sosegada, interior y resignada.
Santa Marina (Miguel Ángel Pérez Fernández y Ricardo Llamas, 2007). Se la representa en pose extática y triunfal; porta la palma del martirio y la cruz con la que vence al dragón, al que pisa.
San Juan Bautista de La Salle (Miguel Ángel Pérez y Ricardo Llamas, 2008); el niño simboliza el campo de misión del Santo, y el libro su método: la educación.
Santa Cruz (Miguel Ángel Pérez, 2009), arbórea, en madera de cedro.
Nuestro Padre Jesús Cautivo (Antonio J. Dubé, 1998) El patrimonio de la Hermandad se enriquece en 2004, por voluntad del imaginero, con esta soberbia talla de Jesucristo Cautivo, expuesta a la devoción pública en Santa Marina en febrero de este citado año. La imagen se bendijo bajo la advocación de “Cristo Rey, Señor del Perdón” para una desaparecida agrupación de fieles. Tras diversos avatares, el imaginero la donó a la Hermandad para su exposición al culto en su sede canónica, ahora bajo la advocación de Nuestro Padre Jesús Cautivo.
Se trata de una imagen de vestir, aunque bastante anatomizada. Representa a Jesucristo tras su prendimiento en el Huerto de los Olivos, en postura itinerante camino de su juicio. La imagen, en general, expresa aceptación, docilidad, entrega y una conmovedora actitud de íntima y tal vez dolorosa reflexión. En particular, el rostro –en la línea de su autor– rezuma belleza, dulzura y serenidad, aunque sin llegar a lo almibarado, pues el entrecejo y la frente fruncidos, la boca entreabierta, las señales de la hematohidrosis, la expresiva ondulación del cabello… transmiten un sutil dramatismo, que provoca en el fiel simultáneos sentimientos de compasión y devoción. Viste túnica lisa de terciopelo morado (realizada por Hermanas costureras); un cordón de oro prende el cuello y las manos, éstas de muy sensible talla al igual que los pies descalzos.
La Divina Pastora, lienzo de autoría y fecha desconocidas, que muestra a María en una advocación netamente sevillana, cuyo origen se encuentra, precisamente, en este templo. Se trata de una donación realizada a la Hermandad en torno a 1990, en bastante mal estado, por lo que hubo que proceder a su restauración.
La advocación y representación iconográfica de la Divina Pastora nacieron en Sevilla, en 1703, por inspiración del capuchino Fray Isidoro de Sevilla. La Hermandad por él creada, el Rebaño de la Divina Pastora de Nuestras Almas, María Santísima, se estableció, dos años después de su fundación, en una capilla lateral de Santa Marina cedida en uso por los Marqueses de la Motilla, donde permaneció hasta el incendio de 1936, conociendo luego diversas sedes hasta que en 1992 le fue cedida como tal la capilla del antiguo Hospital de Viejos, en la calle Amparo.
La iconografía del lienzo que nos ocupa se aparta ligeramente de la que el mismo Fray Isidoro dictara al pintor Alonso Miguel de Tovar, cuando le encargó que plasmara en un lienzo su visión, pues aparece la Señora sedente y con las vestiduras que describiera Fray Isidoro, pero tocada, con el cayado en la mano izquierda, y rodeada de sólo tres ovejas de sumaria anatomía, si bien mantiene el gesto de acariciar con la diestra el cordero que se acerca a su regazo.
Virgen del Valle (Juan Antonio, 1958) Este lienzo fue encargado por el Hermano de La Salle Nectario María al pintor sevillano Juan Antonio Rodríguez Hernández. Durante años figuró en su despacho del Colegio La Salle-La Purísima pero en una de sus últimas visitas lo donó a la Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección en la persona de su Hermano Mayor, Don José Luis Núñez González, como testimonio de admiración y cariño hacia nuestra querida hermandad.
En el mismo podemos contemplar una curiosa iconografía de la Virgen del Valle de Isla Margarita. Nuestra Señora aparece en el cielo venezolano sobre las islas Margarita y Cubagua que conforman el estado de Nueva Esparta.
El pintor Juan Antonio utilizó para esta obra un fotograbado en blanco y negro de la Virgen venezolana y compuso un lienzo en el que destaca en el centro la imagen de Nuestra Señora en su advocación de Inmaculada, con las manos orantes de las que pende un rosario, con corona de oro y piedras preciosas de reina, revestida con manto azul y túnica blanca con bordados que simbolizan distintos atributos marianos como la estrella, la torre, el arca y el vaso contenidos en la letanía lauretana. Rodean la imagen dos grupos de siete ángeles en distinta actitud y relacionados de distinta forma. La parte inferior se completa con un simulado marco rocalla en tono caoba muy del gusto del arte hispanoamericano del siglo XVIII.
La cornucopia dorada y estofada que enmarca el lienzo, formada por rocalla, frutos y flores, no está exenta de mérito; es de autor desconocido, restaurada por Francisco Buiza.
San Juan Evangelista (Antonio J. Dubé, 2004). El 21 de noviembre de 2004 se bendice la talla de San Juan Evangelista, obra de Antonio J. Dubé de Luque, donada a la Hermandad por Agustín Rico Delgado, a la sazón Hermano Mayor. Imagen de vestir, de tamaño natural, que adopta la iconografía de San Juan en la Calle de la Amargura, el cual, en sacra conversación con la Madre del Salvador, indica a ésta con su mano izquierda el camino que sigue su Hijo hacia el Calvario. De acuerdo con la tradición viste túnica verde y manto rojo.
Dubé de Luque, que se propone representar al que es Patrono de la Juventud Cofrade, nos ofrece su interpretación del más joven de los apóstoles: rostro de suave modelado, endurecido un tanto por la gravedad trágica del momento (ceño fruncido, expresión de contenido dramatismo), con barba completa pero corta, y abundante y expresiva cabellera.
Ángel anunciador. En el pasaje evangélico de la Resurrección se basó el escultor Francisco Buiza, quien ya realizara la imagen de Cristo Resucitado en 1973, para completar el misterio con este ángel realizado en 1975. Es un ángel mancebo, que aparece sentado sobre el sepulcro. La imagen es de estilo neobarroco, en el que mejor desarrollaba su obra el autor, cuyas especiales dotes para la imaginería hacen que a lo largo de su carrera artística sólo cultive la escultura sagrada.
El Ángel indica el ritmo ascendente de Cristo Resucitado. Su indumentaria es escasa, con movidos paños que dejan ver su espléndida anatomía. Las telas están entonadas a base de tintes marfileños, áureos verdes y rosas, que juegan y se conjugan con las alas enhiestas y abiertas. Es una talla que complementa perfectamente la figura exultante de Cristo Resucitado, anunciando la buena nueva de la Resurrección.
Viacrucis cerámico (Cerámicas Barro-co, 2007) Quince piezas de cerámica, donadas por hermanos, componen este original viacrucis que se inspira en otras tantas Cofradías sevillanas, desde la Oración en el Huerto hasta la propia de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección. Cada escena, pintada a mano, se inscribe en un marco en forma de triple arco ojival, de color añil, representándose la estación sobre austero paisaje o arquitectura, con el Titular de la Cofradía correspondiente acompañado de uno o varios personajes según la composición propia de su paso procesional.
Las estaciones elegidas corresponden al viacrucis creado por Juan Pablo II para el ejercicio del Coliseo del año 1991, más una decimoquinta estación, la de la Resurrección de Jesús, de acuerdo con la recomendación del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (134): “[el vía crucis] es oportuno que concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y de esperanza, de la Resurrección; tomando como modelo la Estación de la Anastasis al final del Vía Crucis de Jerusalén”.
Por último, merece destacarse el hermoso Sagrario neobarroco, talla de los Hermanos Caballero (1999), dorado por Emilio López (2003).
Puede descargar el folleto informativo sobre la iglesia de Santa Marina (pulse aquí).
Sede Canónica en Iglesia de Santa Marina y San Juan Bautista de la Salle.
Parroquia de San Julián y Santa Marina
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